Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria; y el hijo del hombre, para que lo visites? Salmo 8:4.
El otro día un hombre envuelto en mil y un problemas,
dijo: "¿Qué vine a hacer a este mundo? ¿Vine para sufrir? En ese caso,
mejor habría sido no haber nacido". ¿Alguna vez te preguntaste para qué
viniste al mundo? ¿Cuál es e! propósito de tu existencia? ¿Quién eres tú? Una noche, el salmista contemplaba e! cielo infinito, la
luna y las estrellas y, de repente, al ver toda aquella belleza natural,
preguntó con espontaneidad: "¿Quién es el hombre?" ¿Qué es el hombre
ante la magnificencia del universo? ¿Una partícula de polvo? ¿Casi nada? ¿Nada?
Mientras muchos creen que el ser humano es nada más que
un animal racional, o sea, un animal un poco superior a los otros animales;
David, contemplando el espectáculo de aquella noche maravillosa, responde su
propia pregunta, afirmando: "Le has hecho un poco menor que los
ángeles".
¿Qué es el hombre, al fin de cuentas? ¿Un poco mayor que
los animales, o un poco menor que los ángeles? Depende de la perspectiva. ¿Para
ti el hombre es fruto de la casualidad? ¿Es un accidente milenario? ¿O es el
fruto del amor maravilloso de Dios? Si eres fruto del azar, entonces tu
existencia no tiene propósito, todo lo que te pasa es un accidente, eres una
pobre víctima de un destino desconocido.
Si, por el contrario, eres fruto del amor de Dios, sabes
entonces de dónde vienes y adónde vas. Tienes en tus manos el mapa que te
conducirá a la realización de tus sueños. Tienes a tu disposición la antorcha
que iluminará tu vida en las circunstancias más oscuras. Tienes el brazo fuerte
de tu Creador, que a cada paso susurra en tus oídos: "No tengas miedo, yo
estaré contigo".
Puede ser que tú estés viviendo el drama más horrible de
tu vida. Como ser humano, sujeto al desánimo y el pesimismo, puedes sentir que
no hay salida para los problemas que te rodean, pero si tú crees que eres fruto
del amor de Dios, hasta el dolor y las lágrimas tienen sentido. Nada de lo que
sucede en la vida de los hijos de Dios ocurre por accidente. Todo tiene un
propósito, que tal vez no puede verse hoy, pero que mañana será aclarado.
Por eso, hoy, mira más allá de las nubes y ante la
pregunta del salmista: "¿Qué es el hombre, para que tengas de él
memoria?", responde: Yo soy un hijo maravilloso de Dios.
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