“De lo
profundo, oh Jehová, a ti clamo. Señor, oye mi voz; estén atentos tus oídos a la
voz de mi súplica. JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá
mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado.” Salmo 130:1-4
Es fácil caer en la trampa
de pensar en Dios como un policía demasiado celoso de su tarea, que se goza cuando encuentra a
alguien haciendo una cosa mala y se complace en castigarlo por su error.
Algunos viven las agonías del infierno, sufriendo por adelantado lo que sienten
que es el castigo que merece su equivocación. Otros piensan que Dios se
ofende con nuestros pecados; al pedirle perdón, él se cruza de brazos y se
niega a dárnoslo, según esa forma de pensar. Esas falsas imágenes de Dios
nos impiden llevarle nuestros problemas y recibir su ayuda para poder
soportarlas.Según la imagen que presenta
la Biblia, Dios está esperando que nos dirijamos hacia él para pedirle su
perdón
Perdonar a los demás
Es difícil hacerlo, pero
Dios es paciente con nuestras indecisiones. Una vez que hemos experimentado el
perdón de Dios, el deseo de vengarnos y de tener resentimientos, comenzará a
ser menos atractivo.
Si realmente hemos recibido
el perdón de Dios, entonces ya no tendremos el mismo anhelo de buscar venganza
ni guardar rencor. Perdonar a los demás puede
resultar muy duro, especialmente cuando nos damos cuenta que el haber estado
criticando a los otros nos ayudaba a pasar por alto nuestras propias fallas. Pero
ahora podemos vivir como quienes han
sido beneficiados por la generosidad de Dios.
De este modo, podemos ser
generosos en nuestras relaciones, libres del afán de coleccionar las cosas
malas que nos hayan hecho y acordarnos de ellas.
Compilado