¿Alguna vez has conocido a alguien con tal magnetismo personal que ellos son siempre el centro de atención? Quizás sea su personalidad o su inteligencia –pero algo acerca de ellos es enigmático. Bueno, esa es la manera en que fue hace dos mil años con Jesucristo. Pero, mientras muchos personajes grandes sencillamente se pierden en los libros históricos, Jesús de Nazaret sigue siendo el enfoque de múltiples libros y controversias en los medios de comunicación.
Pero
lo que hace a Jesús relevante aún hoy en el siglo 21 es la convicción de sus
seguidores de que resucitó de la muerte y las afirmaciones sorprendentes que él
hizo acerca de si mismo. Como un
impredecible carpintero de un pequeño pueblo en Galilea de Israel, Jesús hizo
afirmaciones que, si son ciertas, tienen implicaciones profundas en nuestras
vidas. Según Jesús, usted y yo somos especiales, parte de un gran plan cósmico.
Principalmente
fueron las escandalosas afirmaciones de Jesús que le causaron ser visto como
una persona excéntrica tanto por las autoridades romanas como por la jerarquía
judía. Si bien él era un forastero sin credenciales o base de poder político,
dentro de tres años, Jesús cambió el mundo para los siguientes 20 siglos. Otros
líderes morales y religiosos han dejado un impacto – pero nada como ese
desconocido carpintero de Nazaret.
¿Qué
era lo que en Jesucristo hizo la diferencia? ¿Era él meramente un gran hombre,
o algo más?
Estas
preguntas llegan al corazón de quien fue Jesús realmente. Algunos creen que él
era meramente un gran maestro moral; otros creen que él era simplemente el
líder de la más grande religión del mundo. Pero muchos creen algo más grande.
Los cristianos creen que Dios de hecho nos ha visitado en forma humana. Y ellos
creen en la evidencia que lo respalda. Entonces, ¿Quién es el verdadero Jesús?
Echemos un vistazo más de cerca.
Así
como nosotros tomamos un vistazo más profundo a la persona más controversial
del mundo, empezamos preguntándonos: ¿Jesús podría haber sido meramente un gran
maestro moral?
¿Un Gran
Maestro de la Moral?
Casi
todos los eruditos reconocen que Jesús fue un gran maestro moral. De hecho, su
brillante entendimiento de la moralidad humana es un logro reconocido incluso
por aquellos de otras religiones. En su libro Jesús de Nazaret, el erudito
judío Joseph Klausner escribió, “Es universalmente admitido… que Cristo enseñó
las más puras y sublimes éticas… las cuales arrojan los preceptos morales y
máximas de los hombres más sabios de la antigüedad lejos dentro de la
sombra.”[1]
El
sermón del monte de Jesús ha sido llamado la enseñanza más excelente de ética
humana jamás pronunciada por un individuo. De hecho, mucho de lo que nosotros
conocemos hoy como “igualdad de derechos” en realidad son el resultado de la
enseñanza de Jesús. El historiador Will Durant dijo de Jesús que “él vivió y
luchó incansablemente por la `igualdad de derechos’; en tiempos modernos él
habría sido enviado a Siberia. ‘El que es mayor entre ustedes, será vuestro
siervo’- esta es la inversión de toda sabiduría política, de toda cordura”.[2]
Algunos
han tratado de separar las enseñanzas de Jesús en ética de las afirmaciones
sobre él mismo, creyendo que él fue simplemente un gran hombre quien enseñó
elevados principios morales. Esta fue la propuesta de uno de los Padres
Fundadores de los Estados Unidos de América.
El
Presidente Thomas Jefferson, nunca el educado racionalista, se sentó en la Casa
Blanca con dos copias idénticas del Nuevo Testamento, una recta punta de
navaja, y una gavilla de un octavo de tamaño de papel. En el transcurso de unas
pocas noches, él hizo un rápido trabajo de cortar y pegar su propia Biblia, un
delgado volumen que él llamó “La filosofía de Jesús de Nazaret”. Después de
cortar cada pasaje que sugería la naturaleza divina de Jesús, Jefferson tenía
un Jesús quien era no más ni menos que un buen guía ético.[3]
Irónicamente,
las palabras memorables de Jefferson en la Declaración de Independencia tienen
sus raíces en la enseñanza de Jesús de que cada persona es de inmensa e igual
importancia para Dios, sin tener en cuenta el sexo, la raza o el estatus
social. El famoso documento expone,: “Nosotros sostenemos estas verdades que
son evidentes por sí solas, de que todos los hombres son creados iguales, que
ellos son dotados por su creador con ciertos derechos inalienables…”
Pero
la pregunta que Jefferson nunca hizo es: ¿Cómo podría Jesús ser un gran líder
moral si él mintió acerca de ser Dios? Entonces quizás él no era realmente
moral después de todo, pero su motivo fue comenzar una gran religión. Veamos si
eso explica la grandeza de Jesús.
¿Un Gran Líder
Religioso?
¿Se
merecía Jesús el título de “gran líder religioso? Sorprendentemente, Jesús
nunca proclamo ser un líder religioso. Él nunca se metió en la política
religiosa o impulsó una agenda ambiciosa, y él ministró casi en su totalidad
fuera de la establecida estructura religiosa.
Cuando
uno compara a Jesús con los otros grandes líderes religiosos, una notable
distinción emerge. Rabí Zacarías, quien creció en una cultura hindú, ha
estudiado las religiones del mundo y observó una distinción fundamental entre
otros fundadores religiosos y Jesucristo.
“Lo
que sea que nosotros podamos pensar de sus afirmaciones, una realidad es
inevitable. Ellos son profesores que apuntan a
sus enseñanzas o muestran una manera particular. En todo esto, ahí
emerge una instrucción, una manera de vida. No es Zoroastro a quien usted se
vuelve, no es Zoroastro a quien usted escucha. No es Buda quien te libra; son
sus Verdades Nobles que te instruyen. No es Mahoma quien te transforma; es la
belleza del Corán que te corteja. Por contraste, Jesús no solo enseña o expone
Su mensaje. Él era idéntico con Su mensaje.”[4]
La
verdad del punto de Zacarías subrayado por el número de veces en los evangelios
que la enseñanza del mensaje de Jesús fue sencillamente “Ven a mí” o “Sígueme”
u “Obedéceme”. También, Jesús hizo claro que su misión principal era perdonar
los pecados, algo que solo Dios podía hacer.
Ningún
otro líder religioso importante jamás proclamó tener el poder para perdonar
pecados. Pero esa no es la única afirmación que Jesús hizo que lo separan de
los otros. En The World´s Great Religions, (Las Grandes Religiones del Mundo)
Huston Smith observó, “Solo dos personas asombraron a sus contemporáneos tanto
que la pregunta que evocaron no fue ´ ¿Quién es él?’ sino ´ ¿Qué es él?´ Ellos
fueron Jesús y Buda. Las respuestas que estos dos dieron fueron exactamente
contrarias. Buda dijo inequívocamente que él era un mero hombre, no un dios
–casi como si él preveía intentos más tarde de adorarle. Jesús, por otra parte,
afirmó…ser divino.”[5]
¿Jesús
afirmaba ser Dios?
Claramente,
desde los primeros años de la iglesia, Jesús fue llamado Señor y considerado
por la mayoría de los cristianos como Dios.Sin embargo su divinidad fue una
doctrina que fue sometida a gran debate. Entonces la pregunta—y es la
pregunta—es esta: ¿Realmente afirmaba Jesús ser Dios (el Creador), o fue su
divinidad algo inventado o asumido por los autores del Nuevo Testamento? (Ver
“¿Afirmó Jesús ser Dios?”)
Algunos
eruditos creen que Jesús era un maestro tan poderoso y un personaje tan
fascinante que sus discípulos solo asumieron que él era Dios. O tal vez ellos
solo querían pensar que él era Dios. John Dominic Crossan y el Seminario Jesús
(un grupo escéptico marginal de estudiosos con presuposiciones en contra de los
milagros) están entre aquellos que creen que Jesús fue divinizado por error. Aunque
libros como El Código Da Vinci argumentan que la divinidad de Jesús fue una
doctrina tardía de la iglesia, la evidencia muestra lo contrario. La mayoría de
cristianos que aceptan los evangelios como fiables insisten que Jesús afirmó su
deidad. Esa creencia puede ser trazada
hasta los seguidores inmediatos de Jesús.
Pero
hay aquellos que están dispuestos a aceptar a Jesús como un gran maestro, pero
indispuestos a llamarle Dios. Thomas Jefferson no tuvo problema aceptando las
enseñanzas de Jesús en moralidad y ética mientras negara su deidad.[6] Pero
como hemos dicho, y estudiaremos más adelante, si Jesús no fue quien él afirmó
ser, entonces debemos examinar algunas otras alternativas, ninguna de las
cuales lo harían un gran maestro moral.
Incluso
una lectura superficial de los evangelios revelan que Jesús afirmaba ser
alguien más que un profeta como Moisés o Daniel. Pero es la naturaleza de esas
afirmaciones lo que nos preocupa. Dos preguntas son dignas de atención.
•
¿Realmente afirmó Jesús ser Dios?
• Cuando
él dice “Dios,” ¿Jesús realmente quiso decir que él era el Creador del universo
del que se habla en la Biblia Hebrea?
Para
dirigir estas preguntas, consideremos las palabras de Jesús en Mateo 28:18: “Se
me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.” ¿Qué quiso decir Jesús
cuando afirmó tener toda autoridad en el cielo y en la tierra?
Antes
de que Jesús tomara la forma de hombre, se nos dice que co-existía eternamente
con su Padre, y que Dios le había dado toda autoridad. Pero Filipenses 2:6-11 nos dice que aunque
Jesús había existido en forma de Dios, se “vació” de los poderes de Dios para
ser hecho un ser humano. Sin embargo, el
mismo pasaje nos dice que después de su resurrección Jesús fue restaurado a su
gloria anterior, y que un día “toda rodilla se arrodillará ante él como Señor.”
Por
lo tanto, ¿Qué quiso decir Jesús cuando afirmó tener toda autoridad en el cielo
y en la tierra? “Autoridad” era un término bien entendido entre los romanos-que
ocupaban el territorio de Israel. En ese momento, César era la autoridad
suprema en el mundo romano entero. Su edicto podría al instante lanzar legiones
para la guerra, condenar o exonerar a criminales, y establecer leyes y reglas
de gobierno. De hecho, la autoridad del César era tal que él mismo alegó
divinidad.
Entonces,
al menos Jesús estaba afirmado autoridad comparable a César mismo. Pero él no
dijo solamente que él tenía más autoridad que los líderes judíos o gobernantes
romanos; Jesús estaba afirmando ser la autoridad suprema del universo. Para
aquellos a quienes él les habló, significó que él era Dios. No un dios—pero el
Dios. Ambas sus palabras y acciones
testificaban al hecho de que creían que Jesús era Dios.
Pero,
¿Es posible que Jesús estuviera solo reflejando la autoridad de Dios y no
estaba declarando que él era el verdadero Creador? A primera vista eso parece
creíble. Sin embargo la afirmación de Jesús de tener toda autoridad parece
tener sentido solo si él es el Creador del universo. La palabra “toda” abarca
todo, incluyendo la creación misma.
Así
como miramos más profundo dentro de las propias palabras de Jesús, un patrón
parece emerger. Jesús hizo afirmaciones radicales sobre él mismo que, si
ciertas, inconfundiblemente apuntan s su deidad. Aquí esta una lista parcial de
tales declaraciones como registradas por relatos de testigos oculares.
•“Yo
soy la resurrección y la vida.” (Juan 11:25)
•“Yo
soy la luz del mundo.” (Juan 8:12)
•“Yo
y mi padre somos uno.” (Juan 10:30)
•“Yo
soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin.”
(Ap. 22:13).”
•“Yo
soy el camino, la verdad, y la vida.” (Juan 14:6)
•“Yo
soy el único camino al Padre [Dios].” (Juan 14:6)
•“Si
me has visto, has visto al Padre.” (Juan 14:9)
Una
vez más, debemos ir atrás al contexto. En las Sagradas Escrituras Hebreas,
cuando Moisés preguntó a Dios su nombre en la zarza ardiente, Dios respondió,
“YO SOY.” Él le estaba diciendo a Moisés que Él es el único Creador, eterno y
trascendente en el tiempo.
Desde
el tiempo de Moisés, ningún judío practicante se referiría a sí mismo o ningún
otro por el “Yo Soy.” Como resultado, la afirmación del “YO SOY” de Jesús
enfureció a los líderes judíos. Una vez, por ejemplo, algunos líderes le
explicaron a Jesús porque ellos estaban tratando de matarlo: “Porque usted, un
simple hombre, se ha llamado a usted mismo Dios” (Juan 10:33).
Pero
el punto aquí no es simplemente que tal frase enojara a los líderes religiosos.
El punto es que ellos conocían exactamente lo que él estaba diciendo—él estaba
afirmando ser Dios, el Creador del Universo. Sólo esta afirmación habría traído
la acusación de blasfemia. Leer en el texto que Jesús afirmó ser Dios es
claramente justificado, no simplemente por sus palabras, pero también por la
reacción a estas palabras.
¿Qué clase de
Dios?
La
idea de que somos todos parte de Dios, y que dentro de nosotros esta la semilla
de divinidad, simplemente no es un posible significado de las palabras y
acciones de Jesús.Tales pensamientos son revisionistas, extraños a su
enseñanza, extraños a su declaración de creencias, y extraño al entendimiento
de sus discípulos de su enseñanza.
Jesús
enseño que él es Dios en la manera que los Judíos entendían a Dios y la manera
que las Escrituras Hebreas retrataban a Dios, no en la manera en que el
movimiento de Nueva Era entiende a Dios. Ni Jesús o su audiencia han sido
criados en Star Wars, y entonces cuando ellos hablaron de Dios, ellos no estaban
hablando de fuerzas cósmicas. Es simplemente mala historia redefinir lo que
Jesús quiso decir con el concepto de Dios.
Pero
si Jesús no era Dios, ¿seguimos bien nosotros llamándolo un gran maestro moral?
C.S. Lewis argumentó, “Estoy aquí tratando de impedir a cualquiera de decir la
cosa realmente absurda que la gente a menudo dicen de Él: ‘Estoy listo para
aceptar a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto su afirmación de ser
Dios.’ Esa es la única cosa que no debemos de decir.”[7]
En
su búsqueda de la verdad, Lewis supo que él no podía tener ambos sentidos con
la identidad de Jesús. O Jesús era quien afirmaba ser—Dios en la carne, —o sus
afirmaciones eran falsas. Y si ellas eran falsas, Jesús no podría ser un gran
maestro moral. Él estaría mintiendo
intencionalmente o sería un lunático con el complejo de Dios.
¿Era Jesús un
Mentiroso?
Uno
de los más conocidos y más influyentes trabajos políticos de todos los tiempos
fue escrito por Nicolás Maquiavelo en 1532. En su clásico, El Príncipe, Maquiavelo
exalta el poder, el éxito, la imagen, y la eficiencia por encima de la lealtad,
la fe, y la honestidad. Según Maquiavelo, mentir está bien si logra un fin
político.
¿Podría
Jesucristo haber sido motivado por este principio Maquiavélico? De hecho, los
opositores Judíos de Jesús estuvieron constantemente tratando de exponerlo como
un fraude y un mentiroso. Ellos lo inundaron con preguntas en un intento de
ponerle una trampa y hacerlo contradecirse a si mismo. Sin embargo, Jesús
respondió con notable consistencia.
La
pregunta con la que debemos lidiar es, ¿qué podría motivar a Jesús a vivir su
vida entera como una mentira? El enseñó que Dios se oponía a la mentira y
la hipocresía, entonces él no lo estaría
haciendo para complacer a su Padre. Él claramente no mintió para el beneficio
de sus seguidores. (Todos menos uno fueron martirizados.) Y así somos dejados
con sólo otras dos explicaciones razonables, cada una de las cuales es
problemática.
Beneficio
Mucha
gente ha mentido por ganancia personal. De hecho, la motivación de la mayoría
de los mentirosos es algún beneficio percibido para sí mismos. ¿Qué podría
haber esperado ganar Jesús al mentir sobre su identidad? El poder sería la
respuesta más obvia. Si la gente creía que él era Dios, él tendría un enorme
poder. (Eso es porque muchos líderes antiguos, tal como el del César, afirmaban
un origen divino.)El problema con esta explicación es que Jesús rechazó todos
los intentos de moverlo a él en la dirección del poder sentado, en vez de
regañar a aquellos que abusaron de tal poder y vivieron sus vidas
persiguiéndolo. Él también escogió alcanzar a los relegados (prostitutas y
leprosos), aquellos sin poder, creando una red de gente cuya influencia era
menos que cero. En una manera que puede solo ser descrita como extraña, todo lo
que Jesús hizo y dijo se movió diametralmente en la otra dirección del poder.
Parece
que si el poder fue la motivación de Jesús, él habría evitado la cruz a toda
costa. Sin embargo, en varias ocasiones, él dijo a sus discípulos que la cruz
era su destino y misión. ¿Cómo podría morir en una cruz romana traerle a uno
poder?
La
muerte, por supuesto, trae todas las cosas en el enfoque adecuado. Y mientras
muchos mártires han muerto por una causa en la que ellos creían, pocos han
estado dispuestos a morir por una mentira conocida. Ciertamente toda esperanza
para la propia ganancia personal de Jesús habría terminado en la cruz. Aún, a
su último aliento, él no renunciaría a su afirmación de ser el único Hijo de
Dios.
Un Legado
Por
lo tanto si Jesús no iba a mentir para beneficio personal, quizás sus
afirmaciones radicales fueron falsificadas con el propósito de dejar un legado.
Pero la posibilidad de ser golpeado a una pulpa y clavado a una cruz
humedecería rápidamente el entusiasmo de la mayoría, que serían superestrellas.
Aquí
hay otro hecho fascinante. Si Jesús estuvo hubiera simplemente dejado caer la
afirmación de ser el Hijo de Dios, él nunca habría sido condenado. Fue su
afirmación de ser Dios y su poca disposición de retractarse de ello que lo
llevó a la crucifixión. Si realzando su credibilidad y reputación histórica fue
lo que motivó a Jesús a mentir, hay que explicar cómo un carpintero de un
pueblo pobre de Judea pudo anticipar estos eventos que lanzarían su nombre a
prominencia mundial. ¿Cómo sabría él que su mensaje sobreviviría? Los
discípulos de Jesús habían huido y Pedro lo había negado. No exactamente la
fórmula de lanzamiento de un legado religioso.
¿Los
historiadores creen que Jesús mintió? Los estudiosos han escudriñado las palabras
y vida de Jesús para ver si hay alguna evidencia de un defecto en su carácter
moral. De hecho, incluso los más ardientes escépticos están atónitos por la
moral y pureza ética de Jesús. Uno de estos era el escéptico y antagonista John
Stuart Mill (1806-73), el filósofo. Mill escribió de Jesús:
“Sobre
la vida y dichos de Jesús hay un sello personal de originalidad combinado con
profundidad de perspicacia en el primer rango de hombres de sublime genio de
los cuales nuestra especie puede jactarse. Cuando este preeminente genio es
combinado con las cualidades de probablemente el más grande reformador moral y
mártir de esa misión que jamás haya existido sobre la tierra, la religión no
puede decir haber hecho una mala elección escogiendo a este hombre como el
representante ideal y guía para la humanidad.”[8]
De
acuerdo con el historiador Philip Schaff, no hay evidencia, ni en la historia
de la iglesia o en la historia secular, de que Jesús mintió acerca de nada.
Schaff argumentó,:
“¿Cómo,
en nombre de la lógica, sentido común, y experiencia, podría un mentiroso,
egoísta, un hombre depravado haber inventado, y continuamente mantenido desde
el principio hasta el fin, el más puro y noble carácter conocido en la historia
con el más perfecto aire de verdad y realidad?”[9]
Para
ir con la opción de mentiroso parece nadar contra corriente ante todo lo que
Jesús enseñó, vivió, y por lo que murió. Para la mayoría de los estudiosos,
simplemente no tiene sentido. Sin embargo, para negar las afirmaciones de
Jesús, uno debe llegar con alguna explicación. Y si las afirmaciones de Jesús
no son verdad, y él no estaba mintiendo, la única opción restante es que él
debió haber sido auto-engañado.
¿Era Jesús un
Lunático?
Albert
Schweitzer, quién fue galardonado con el Premio Nobel en 1952 por sus esfuerzos
humanitarios, tenía sus propias opiniones sobre Jesús. Schweitzer concluyó que
la locura estaba detrás de las afirmaciones de Jesús de ser Dios. En otras
palabras, Jesús estaba equivocado sobre sus afirmaciones pero no mintió intencionalmente.
De acuerdo a esta teoría, Jesús en realidad estaba engañado, creyendo que él
era el Mesías.
C.S.
Lewis consideró esta opinión cuidadosamente. Lewis dedujo la locura de las
afirmaciones de Jesús—si ellas no son verdad. Él dijo que alguien que afirmaba
ser Dios no sería un gran maestro moral.
“Él podría ser un lunático—al nivel de un hombre que dice que él es un
huevo hervido—o de lo contrario él sería el Diablo del Infierno.”[10]
Incluso
los más escépticos del cristianismo rara vez cuestionan la cordura de Jesús. El
reformador social William Channing (1780-1842), ciertamente no un cristiano,
hizo la siguiente observación sobre Jesús:“El cargo de un extravagante,
auto-engañado entusiasmo es lo último de lo que puede ser atribuido a Jesús.
¿Dónde podemos encontrar rastros de ello en la historia? ¿Los detectamos en la
tranquila autoridad de Sus preceptos”[11]
Si
bien su propia vida fue llena de inmoralidad y escepticismo personal, el
nombrado filosofo francés Jean-Jacques Rousseau (1712-78) reconoció el carácter
superior y la presencia de juicio de Jesús:
“Cuando
Platón describe su imaginario hombre recto, cargado con todos los castigos de
culpa, pero mereciendo la más alta recompensa de virtud, él describe
exactamente el personaje de Jesús. …Que presencia de juicio. …Si, si la vida y
muerte de Sócrates son aquellas de un filósofo, la vida y muerte de Jesús son
aquellas de un Dios.”[12]
Schaff
planteó la interrogación que debemos preguntarnos nosotros mismos:
“¿Es
ese el intelecto—completamente sano y vigoroso, siempre listo y siempre sereno
–responsable de un radical y más serio engaño en relación con su propio
carácter y misión?”[13]
Entonces,
¿Fue Jesús un mentiroso o un lunático, o fue el Hijo de Dios? ¿Podría haber
estado en lo correcto, Jefferson al etiquetar a Jesús de “solo un buen maestro
moral” mientras negándole su deidad? Interesantemente, la audiencia que escuchó
a Jesús—ambos creyentes y enemigos—nunca lo consideró como un simple maestro
moral. Jesús produjo tres efectos principales en la gente que lo conocían:
odio, terror, o adoración.
Y
hoy, 2000 años más tarde, Jesús sigue siendo la persona más polarizadora en
nuestro mundo. Aún no son su moralidad y ética, o legado que inflaman pasiones.
El mensaje que Jesús trajo al mundo fue que Dios nos hizo con un propósito—y
ese propósito está envuelto en Su Hijo.
Las
afirmaciones de Cristo Jesús nos obligan a escoger. Como Lewis declaró, no
podemos poner a Jesús en la categoría de ser solamente un gran líder religioso
o un buen maestro moral. Este pasado
profesor de Oxford y escéptico nos desafía a tomar decisiones en cuanto a
Jesús:
“Usted
debe hacer una elección. O este hombre fue y es el Hijo de Dios: O bien un loco
o algo peor. Usted puede encerrarlo a Él como un tonto, usted puede escupirle a
Él y matarlo como a un demonio o usted puede caer a sus pies y llamarlo Señor y
Dios. Pero no nos permita venir con ninguna afirmación condescendiente y sin
sentido acerca de que es un gran maestro humano. Él no nos dejo esa posibilidad
abierta a nosotros. No era su intención.”[14]
El
pasado ateo de Lewis concluyó que Jesús no era ni un mentiroso ni un
lunático. La mejor explicación para la
vida única, los milagros y las afirmaciones de Jesús es que él es Señor y Dios.
El
apóstol Pablo, quien anteriormente rechazó a Jesucristo como otro radical con
complejo de Mesías, luego escribe de él así:“Pues Cristo es la expresión
visible del Dios invisible. Existió
antes de que empezara la creación, porque por él fueron creadas todas las
cosas, sean espirituales o materiales, visibles o invisibles… Es más,
absolutamente toda cosa fue creada por medio y para él… La vida de la nada
inició por él, y él es, por lo tanto, justificablemente llamado el Señor de
todo.” Colosenses 1:15-17.
J.B. Phillips.