miércoles, 17 de octubre de 2018

Liberación total


Al estudiar detenidamente la experiencia de la liberación del pueblo de Israel, nos damos cuenta que fue una liberación total: fueron libres espiritual, física y económicamente.


Liberación Espiritual.- Recordemos que antes de la liberación, los israelitas estaban cansados, frustrados, amargados y oprimidos. No tenían notas de alabanza ni cánticos en sus bocas, sino lamento, angustia y aflicción de espíritu; pero en el capitulo 15 de Éxodo, se ve una fotografía espiritual totalmente diferente, al otro lado del mar; libres de sus enemigos, de temores, de servidumbre, y libres de la opresión; se desbordan en un poderoso cántico, que expresaba el gozo y el éxtasis espiritual en la presencia de Dios (Éxodo 15:1-8). Cuando conocemos el mensaje de salvación y rendimos nuestra vida al Señor; la primera dimensión en la que somos libres es en nuestro espíritu. Es por eso que empezamos a percibir y a disfrutar la presencia de Dios; es por eso que nacen notas de alabanza, adoración y comunión con Dios. Pablo dice: El que se une al Señor, un espíritu es con El. 1 Corintios 6:17. Donde está el  En este texto encontramos una promesa muy grande que fue el resultado de la liberación total: La sanidad física... porque yo soy Jehová tu sanador Éxodo 15:26b. A partir de esta promesa, el pueblo conoció a Dios no solo como el Salvador de sus almas, sino también como el sanador de sus cuerpos. Así como el pueblo experimentó la sanidad como parte de la obra completa de la salvación de igual manera nuestro Señor Jesucristo en la cruz, no solo redimió nuestra alma de la maldición del pecado sino también nuestro cuerpo de la maldición de la enfermedad. El profeta Isaías dice: Por sus llagas fuimos nosotros curados. Isaías 53:5, Sal. 103:3. Todo el Nuevo Testamento, especialmente los cuatro Evangelios y el Libro de lo Hechos de los Apóstoles, nos dan claro testimonio de esta doctrina.

Liberación Económica.- Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios... Y subieron con ovejas y muchísimos ganados. Éxodo 12:36-38. Dios no quería tener un pueblo con libertad espiritual y física solamente sino también próspero en la vida económica. Este principio lo vemos desde mucho antes en la vida de Abraham, Isaac, Jacob y José. Dios tiene mucho interés en nuestra bendición y prosperidad económica. Si bien es cierto que quien se entrega de corazón al Evangelio no lo hace por conseguir dinero, el Señor lo levanta en esta área de su vida. Individuos, familias, pueblos y naciones, han sido levantados de la ruina y miseria económica, gracias al poder del Evangelio que no solo salva el alma, sino que redime y realiza la totalidad de nuestra vida. No quiero decir con esto, que sea un defensor de la llamada teología de la prosperidad, la cual hace énfasis solo en la abundancia, olvidando la otra faceta del Evangelio que nos implica muchas veces negarnos a nosotros mismos, pruebas, sufrimientos y aun algunas crisis en la vida económica. Así como la sanidad del cuerpo esta condicionada a: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto de delante de sus ojos, igualmente la prosperidad económica tiene principios de las cuales me gustaría compartir algunos, aunque este no sea un tratado de mayordomía:

- Ser un buen trabajador. Esto es, concebir el trabajo como un mandamiento, privilegio y bendición (Génesis. 2: 8-19; Éxodo 20:9; 1 Tesalonicenses 4:11; 2 Tesalonicenses 3:10) No hay promesa de Dios para el perezoso y holgazán. 

- Ser un buen diezmador. El diezmo es la llave que abre o cierra la bendición económica sobre nuestra vida (Malaquias 3:10-11; Proverbios 3:9-10). 

- Un buen administrador. Esto es, saber manejar y cuidar cada bien material que el Señor deposita en nuestras manos. Si usted desea ver un típico cuadro de mala administración, lea Proverbios 24:30-34.

Entre muchos ejemplos bíblicos de buena administración, me llama mucho la atención el de José, como gobernador de Egipto (Génesis 41:48-49) Si faltare cualquiera de estos principios básicos, nuestra economía no estará en bendición. Ahora, si usted es un buen trabajador, un buen administrador, y un buen diezmador, y esta pasando por un momento difícil, no se desespere, no desmaye; pues Dios abrirá una puerta de bendición, ya que El premia a todo aquel que le es fiel. (3 Juan 2) ¡Gloria a Dios por habernos dado libertad espiritual, física y económica!
                                                                                                                                                        Tomado del Internet