sábado, 28 de septiembre de 2019

Todo tiene su tiempo



Todo tiene su tiempo y todo aquello que hay debajo del cielo tiene una hora determinada. Encontrarás el tiempo de nacer y el tiempo de morir. Tendrás el tiempo de plantar y el tiempo triste de arrancar lo que alguna vez sembraste. Habrá tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar lo que alguna vez cayó.

Habrá el tiempo de llorar y el tiempo de reír.  ¿Te fijaste que después de todo ello habrá tiempo de bailar? Pero te lamentarás de esparcir las piedras y tendrás tiempo para juntarlas. Pero si sé que hay momentos que a tu vida la abrazarás pero alguna vez no lo harás porque los tiempos son malos…

Tendrías un tiempo entonces de buscar lo mejor y un tiempo de perder. Sin embargo, valorarás tu vida y tus fuerzas, hay esperanza entonces de tener un tiempo de guardar lo que Dios te dio, y un tiempo de desechar lo que te hizo sufrir en esas circunstancias.

Pero descubro que hay tiempos de romper y tiempos también de coser nuevamente. Experimentarás  los tiempos de callar pero esperarás tamvbién  el tiempo de hablar . Será así tu tiempo de amar plenamente y si alguna vez la injusticia y el desastre te invadiera, tendrás el tiempo también de aborrecer lo que no era verdadero y lo defenderás en los tiempos de guerra para así conquistar otra vez lo perdido en el tiempo de paz.

¿Qué provecho tendríamos en lo que trabajamos en aquello que nos afanamos? Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. No obstante, todo lo hizo hermoso en su tiempo y ha puesto la eternidad en el corazón de sus hijos sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio del mundo, hasta el fin de todo lo creado...

Yo conocí que no hay cosa mejor para los hombres que alegrarse y hacer siempre el bien en su vida. También es un regalo de Dios que todo hombre se alimente y beba, gozando así el bien de todo lo que ha hecho y ha encontrado.

También comprendí que todo lo que Dios hace será inacabable, perpetuo, sobre todo lo que hizo. No se añadirá más ni tampoco se disminuirá. ¿Sabes por qué? Porque Dios lo hace para que en su presencia lo reconozcan todos los hombres, ni más ni menos. Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

Roque Puell López Lavalle