Perdonar es abrir una válvula de escape para permitir la
salida del veneno acumulado por el rencor y el resentimiento. Cuando una
persona perdona, no está ayudando a quien la ofendió, se está ayudando a sí
misma, porque se está deshaciendo de los sentimientos negativos y está
recuperando el equilibrio y la paz interior.
En toda relación humana se generan problemas y desacuerdos,
se producen situaciones que pueden causar molestia y enojo, pero eso no implica
que se tengan que quedar cuentas pendientes.
Hay dificultades y malos entendidos, incluso problemas graves
de relación, pero si no se perdona, si se guarda rencor, la relación se va a
corroer y la infelicidad de ambos va a ser la principal consecuencia. El perdón no es cuestión de razón. El perdón en muchas
ocasiones aparece como algo "ilógico", hasta cierto punto irracional,
pero lograr perdonar y liberarse del rencor tiene su lógica y su metodología.
¿Cómo evitar el círculo
vicioso?
Para evitar que esa cadena de resentimientos y agresiones se
convierta en algo interminable, es necesario aprender a perdonar, sin
condiciones, sincera y generosamente. Para poder llegar al perdón, cuando se ha
sufrido una ofensa, es conveniente tomar en consideración los siguientes
puntos:
Aceptar el dolor: Tratar de aparentar que "al cabo no me importa",
es echarle tierra al asunto, pero debajo de esa tierra queda el resentimiento.
Solamente reconociendo y aceptado el dolor se puede trabajar para eliminarlo de
raíz.
Evitar la competencia: En ocasiones se toma la actitud de "si el otro me hizo,
yo le hago.." No se trata de ver a quién le va peor, pues esa es una
actitud de: "yo pierdo y tú también", que resulta autodestructiva.
Valorar la ganancia, no la pérdida. Perdonar implica recuperar la paz interior, el equilibrio
emocional. Al perdonar, la más beneficiada es la persona que otorga el perdón
porque se deshace de los sentimientos negativos.
Buscar soluciones, no al culpable: Lo importante al perdonar es encontrar la manera de
restablecer la relación y mejorarla, en vez de identificar quién tiene la culpa
de que las cosas no marchen bien.
Evitar poner condiciones: Cuando se ponen condiciones, se corre el riesgo de caer en el
chantaje. "Te perdono si tú haces esto o aquello". "Cuando vea
que cambiaste, entonces te perdonaré". Estos planteamientos implican una
compensación o una especie de desquite y mantienen vivas las actitudes
negativas.
Regalar en vez de cobrar: El perdón es un regalo, no es una factura que más tarde se
va a cobrar. Perdonar implica decirle al otro: "te perdono, sin pedir nada
a cambio". Si se pide algo a cambio, si se cobra ya no hay perdón, hay
transacción.
El perdón es como el amor, simplemente se da como un regalo,
sin condiciones. Cuando se toman actitudes de desquite, cuando se guardan cuentas
pendientes, cuando se entra en un juego de "toma y saca", se está
cultivando la infelicidad. ¿Por qué estar luchando contra nuestra propia felicidad? El
perdón generoso, desinteresado, es una excelente
inversión, ¡Se está invirtiendo en la propia felicidad!.
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